domingo, 7 de mayo de 2017
EVALUACIÓN CARS
EVALUACIÓN CARS
1.- CREDIBILIDAD
(X) EXELENTE ()BIEN ()REGULAR ()POBRE () MUY POBRE
COMENTARIOS: Información relevante
2.- PRECISIÓN:
(X)EXELENTE ()BIEN ()REGULAR ()POBRE ()MUY POBRE
COMENTARIOS: Es actualizada y muy detallada.
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3.- RAZONABILIDAD.
(X)EXELENTE ()BIEN ()REGULAR ()POBRE () MUY POBRE
COMENTARIOS: es un muy buen tema
4.- SOPORTE:
()EXELENTE (X) BIEN () REGULAR () POBRE () MUY POBRE
ensayo
ENSAYO
La adicción a
Internet es un deterioro en el control de su uso que se manifiesta como un
conjunto de síntomas cognitivos, conductuales y fisiológicos. Es decir, la
persona 'netdependiente' realiza un uso excesivo de Internet lo que le genera
una distorsión de sus objetivos personales, familiares o profesionales. El
trastorno de dependencia de la red se ha conocido con muchos nombres: desorden
de adicción a Internet –Internet Addiction Disorder (IAD)- (Goldberg, 1995),
uso compulsivo de Internet (Morahan-Martin y Schumacker, 1997), o uso
patológico de Internet– Pathological Internet Use (PIU)- (Young y Rodgers,
1998b). El interés y el alcance del problema se ha extendido por la Red de
redes y por los medios de comunicación, contabilizándose con más frecuencia
nuevas referencias a congresos, casos y estudios relacionados con este
problema. Por ejemplo, la Dra. Kimberly S. Young, cifra en unos 400.000 el
número de norteamericanos afectados por el IAD (Internet Addiction Disorder)
-de una población de unos 20.000.000 americanos conectados. Se trataría en
general de sujetos jóvenes, preferentemente varones, con un elevado nivel
educativo y hábiles en el uso de la tecnología.
Se especula con la existencia
de un subgrupo de usuarios caracterizado por la timidez, que encuentra en el
ciberespacio la posibilidad de liberarse de la ansiedad producida por las
relaciones sociales cara a cara, ganando en autoconfianza, dado el relativo
anonimato que Internet proporciona. La tarea de definir la adicción a Internet
es algo que ya de pa rtida es problemático. El uso de Internet (como cualquier
otro comportamiento) es susceptible de crear una adicción en función de la
relación que el sujeto establezca con los elementos implicados. Uno de los
aspectos problemáticos es: ¿a qué se hacen adictos los adictos a Internet? ¿Es
al contenido al que acceden o es a Internet en sí? Respecto a esto Pratarelli y
cols. (1999), utilizan el término de adicción al ordenador/Internet, y la
definen como un fenómeno o desorden putativo que depende tanto del medio como
del mensaje, sin inclinarse a favor de ninguno. Un ejemplo de la problemática
lo encontramos en la relación entre adicción al sexo y adicción a Internet. Un
individuo que fuese adicto a las páginas de contenido sexual, ¿sería un adicto
al sexo, a Internet, o a ambos?. Guerricaecheverría y Echeburúa (1997) exponen
un caso clínico de adicción a las líneas telefónicas de party line y eróticas,
señalando que se trata de una variante de adicción al sexo. En este caso nos
sería difícil de entender que existiera una adicción al teléfono en sí. Por
otro lado, Griffiths (1997) señala la existencia de lo que el llama
"adicciones tecnológicas", que se definen como adicciones no químicas
que involucran la interacción hombre-máquina. Estas pueden ser pasivas (como la
televisión) o activas (como los juegos de ordenador o Internet). Esta sería una
modalidad de las adicciones psicológicas, que a su vez incluiría a la adicción
a Internet.
Para la gente el concepto de adicción incluye tomar drogas,
la mayoría de las definiciones sobre lo que es una adicción se centran en el
abuso de sustancias. Sin embargo hay un movimiento creciente de autores
(Echeburúa, 1999; Griffiths, 1998) que encuentran una serie de conductas
potencialmente adictivas, incluyendo muchos comportamientos que no implican el
consumo de drogas. Estas adicciones no químicas incluirían conductas como el
juego, el sexo, el trabajo, las compras o el uso de Internet (Echeburúa, 1999).
Sin embargo, las adicciones psicológicas o no químicas no se encuentran
incluidas como tales en el DSM – IV, en las que el término adicción se reserva
para los trastornos producidos por el abuso de sustancias psicoactivas. En el
DSM – IV (APA, 1994) la s adicciones psicológicas vendrían incluidas en los
trastornos del control de impulsos, tal como aparece el juego patológico. En
relación con las adicciones en generalAlonso-Fernández (1996) señala que los
problemas aparecen (y también respecto a Internet) cuando "existe una
absoluta necesidad de desarrollar esa actividad y se experimenta ansiedad si no
se lleva a cabo". Según Echeburúa y Corral (1994) cualquier conducta
normal placentera es susceptible de convertirse en un comportamiento adictivo.
Se podrían hacer usos anormales de una conducta en función de la intensidad, de
la frecuencia o de la cantidad de dinero invertida y, en último termino, en
función del grado de interferencia en las relaciones familiares, sociales y
laborales de las personas implicadas. Los componentes fundamentales de los
trastornos adictivos serían la pérdida de control y la dependencia. Por lo
tanto lo importante en la adicción no es la actividad concreta que genera la dependencia,
sino la relación que se establece con ella. Es una relación negativa, incluso
destructiva que el sujeto se muestra incapaz de controlar.
Marco teórico.
Marco teórico.
Las Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC) promueven nuevos estilos para unir
una relación tanto con
personas nuevas como con amigos o conocidos. En este sentido, Castells (2001)
afirma que Internet favorece la aparición de un modelo social de relación que
se podría denominar individualismo en red, es decir, individuos que construyen,
en Internet, sus redes de intereses y afinidades. Este individualismo no sería
más que un vivo reflejo del cambio relacional que se da en nuestra sociedad:
las relaciones dejan de basarse en las estructuras tradicionales como la
familia, la comunidad o el trabajo y se personalizan al máximo, estableciendo
comunidades construidas en torno a intereses concretos y en las que la
distancia no tiene porque ser un factor
determinante. La telefonía móvil es otra TIC que ha sufrido un desarrollo
espectacular, con una tasa de penetración superior al 100%.
El teléfono móvil
se ha convertido en un objeto social, dominante y personal. Se utiliza para
hablar, enviar mensajes, escuchar música y filmar en contextos profesionales,
culturales, relacionales y recreacionales. Todo ello nos lleva a pensar que la
telefonía móvil e Internet son elementos clave de una auténtica revolución
social. Por otro lado, en los medios de comunicación aparecen frecuentemente
noticias relacionadas con el poder adictivo de estas TIC, tal como se desprende
de un sondeo sencillo en Google (Guardiola, Sánchez Carbonell, Beranuy y
Belles, 2006).
El atractivo de Internet y móvil podría compararse con las
propiedades reforzadoras de las sustancias adictivas. Internet, por ejemplo,
aporta elementos como la sincronía, el anonimato, la capacidad de socializar y
sentirse miembro de un grupo, la construcción de identidades, los juegos
sexuales y de galanteo, el
bienestar psicológico,
la inmediatez, la accesibilidad y la comunicación mediante la escritura, menos
estresante que el ‘cara a cara’ (Sánchez-Carbonell y Beranuy, 2007). Por su
parte, el móvil brinda la oportunidad de estar en contacto permanentemente, de socializarse,
de disfrutar del ocio, de generar seguridad y una sensación de control en
padres y parejas, de asumir autonomía, de
proporcionar intimidad, de favorecer la conciliación familiar, de
facilitar la gestión del tiempo y
de la información, de expresar sentimientos y, además, de combinar dos tipos de
comunicación, la sincrónica (oral) y la asincrónica (SMS) (Beranuy y
Sánchez-Carbonell, 2007). En base a lo expuesto anteriormente consideramos
necesario contribuir a determinar si el término adicción se utiliza con propiedad,
cuando se aplica a Internet y al móvil. Por
ello, en este trabajo se pretende revisar de forma crítica los aspectos que
determinan la existencia de la adicción a Internet y al móvil: la
sintomatología, prevalencia y grupos de riesgo.
Grupos de riesgo
El
uso patológico de Internet puede encontrase en cualquier grupo de edad, social,
educacional o econó- mico. Sin embargo, parece que algunos grupos pueden ser
más propensos a desarrollar una adicción u otro trastorno psicológico
relacionado con el uso de alguna de las aplicaciones de Internet. Estos grupos
son: personas que atraviesan determinadas situaciones (separación, jubilación,
dedicación exclusiva al hogar, por ejemplo); personas con limitaciones de
comunicación o de movimiento; personas que utilizan Internet para conocer
gente, conseguir soporte emocional, buscar estimulación sexual (Meerkerk, Van
den Eijden y Garretsen, 2006; Young, 1996, 1998a) compañía, comunicación o
amor; personas aquejadas de trastornos mentales y/o trastornos de personalidad
(Davis, 2001; Shapira, Goldsmith, Keck Jr, Khosla y McElroy, 2000; Shapira,
Lessig, Goldsmith, Szabo, Lazoritz, Gold, 2003); ex-alcohólicos y otros
ex-adictos (Echeburúa, 1999; Young, 1998a); y personas con determinadas
características de personalidad como baja autoestima, sentimiento de
inadecuación, necesidad de sentirse querido y reconocido, infelicidad,
carencias afectivas, inseguridad, soledad, búsqueda de sensaciones, propensión
a la fantasía, timidez, falta de habilidades sociales y propensión a crearse
una identidad ficticia (Caplan, 2003; Echeburúa, 1999; King, 1996; Young, 1996,
1998b). Además, es más probable que los síntomas afecten a los inexpertos que se inician en el manejo de la Red (Beard y Wolf, 2001; Grohol, 1999; Matute, 2003; Widyanto y McMurran, 2004), a los adolescentes, dadas las características propias de este momento evolutivo (Castellana y Lladó, 1999; Castellana, Sánchez-Carbonell, Beranuy y Graner, 2006; Castells y de Bofarull, 2002) y a los estudiantes universitarios porque muchos viven lejos de su hogar, inician o llevan una nueva vida estresante y desconocida, tienen la necesidad de contactar con los amigos situados en otros lugares y disponen de libre acceso a Internet en facultades y residencias (Cruzado, Muñoz-Rivas y Navarro, 2001; Kandell, 1998; Kubey, Lavin y Barrows, 2001; Morahan-Martin y Schumacher, 2000; Treuer, Fábian y Füredi, 2001; Young, 1998a). En el caso del teléfono móvil, el grupo de más riesgo son los adolescentes y los jóvenes.
Los adolescentes son vulnerables porque no tienen un control completo de sus impulsos, son más fácilmente influenciables por campañas publicitarias y comerciales y han aceptado el móvil como un símbolo de estatus, aspecto que provoca sentimientos negativos y problemas de autoestima en los que no tienen móvil y en los que no reciben tantos sms o llamadas como sus compañeros (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005). Los jóvenes extrovertidos y con baja autoestima tienen un riesgo especial porque necesitan la valoración de los demás a través de sms y llamadas y porque tienden a enviar señales de existencia a sus contactos de una forma más compulsiva (Bianchi y Phillips, 2005). Bononato (2005) apunta que tienen más riesgo 154 La adicción a Internet y al móvil: ¿moda o trastorno? las personas con baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos.
introducción
INTRODUCCIÓN
El
diseño de Internet en sí permite el anonimato en las interacciones, lo cual
hace que la comunicación por vía electrónica tenga una característica que la
diferencian de la que se puede dar en la vida real: la desinhibición
(Greenfield, 1999): consiste en una pérdida del pudor y del miedo a expresarse
libremente, lo cual provee a la persona de un sentimiento de protección y
libertad al mismo tiempo.
La participación en grupos virtuales nos
permite interaccionar con gente con nuestros propios intereses donde sea que
estén ubicados físicamente. En un estudio con estos grupos de discusión McKenna
y Bargh (1998) encontraron que este medio permitía a aquellos con
personalidades estigmatizadas (por razones de sexo o ideología) llegar a una
gran autoaceptación que en última instancia conducía a revelar a sus familiares
y amigos su identidad oculta.
Esto
hace que la pertenencia al grupo virtual se convierta en una parte importante
de su identidad. Sin embargo a Internet también se le atribuyen propiedades
negativas. En los últimos años, la evidencia sobre consecuencias negativas
relacionadas con el uso de Internet ha llevado a varios autores (Echeburúa y
cols., 1998; Griffiths, 1997; Young, 1996) a proponer la existencia de un
desorden de adicción a Internet similar a los problemas que aparecen con otras
conductas adictivas (juego, sexo, trabajo, etc.).
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