Marco teórico.
Las Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC) promueven nuevos estilos para unir
una relación tanto con
personas nuevas como con amigos o conocidos. En este sentido, Castells (2001)
afirma que Internet favorece la aparición de un modelo social de relación que
se podría denominar individualismo en red, es decir, individuos que construyen,
en Internet, sus redes de intereses y afinidades. Este individualismo no sería
más que un vivo reflejo del cambio relacional que se da en nuestra sociedad:
las relaciones dejan de basarse en las estructuras tradicionales como la
familia, la comunidad o el trabajo y se personalizan al máximo, estableciendo
comunidades construidas en torno a intereses concretos y en las que la
distancia no tiene porque ser un factor
determinante. La telefonía móvil es otra TIC que ha sufrido un desarrollo
espectacular, con una tasa de penetración superior al 100%.
El teléfono móvil
se ha convertido en un objeto social, dominante y personal. Se utiliza para
hablar, enviar mensajes, escuchar música y filmar en contextos profesionales,
culturales, relacionales y recreacionales. Todo ello nos lleva a pensar que la
telefonía móvil e Internet son elementos clave de una auténtica revolución
social. Por otro lado, en los medios de comunicación aparecen frecuentemente
noticias relacionadas con el poder adictivo de estas TIC, tal como se desprende
de un sondeo sencillo en Google (Guardiola, Sánchez Carbonell, Beranuy y
Belles, 2006).
El atractivo de Internet y móvil podría compararse con las
propiedades reforzadoras de las sustancias adictivas. Internet, por ejemplo,
aporta elementos como la sincronía, el anonimato, la capacidad de socializar y
sentirse miembro de un grupo, la construcción de identidades, los juegos
sexuales y de galanteo, el
bienestar psicológico,
la inmediatez, la accesibilidad y la comunicación mediante la escritura, menos
estresante que el ‘cara a cara’ (Sánchez-Carbonell y Beranuy, 2007). Por su
parte, el móvil brinda la oportunidad de estar en contacto permanentemente, de socializarse,
de disfrutar del ocio, de generar seguridad y una sensación de control en
padres y parejas, de asumir autonomía, de
proporcionar intimidad, de favorecer la conciliación familiar, de
facilitar la gestión del tiempo y
de la información, de expresar sentimientos y, además, de combinar dos tipos de
comunicación, la sincrónica (oral) y la asincrónica (SMS) (Beranuy y
Sánchez-Carbonell, 2007). En base a lo expuesto anteriormente consideramos
necesario contribuir a determinar si el término adicción se utiliza con propiedad,
cuando se aplica a Internet y al móvil. Por
ello, en este trabajo se pretende revisar de forma crítica los aspectos que
determinan la existencia de la adicción a Internet y al móvil: la
sintomatología, prevalencia y grupos de riesgo.
Grupos de riesgo
El
uso patológico de Internet puede encontrase en cualquier grupo de edad, social,
educacional o econó- mico. Sin embargo, parece que algunos grupos pueden ser
más propensos a desarrollar una adicción u otro trastorno psicológico
relacionado con el uso de alguna de las aplicaciones de Internet. Estos grupos
son: personas que atraviesan determinadas situaciones (separación, jubilación,
dedicación exclusiva al hogar, por ejemplo); personas con limitaciones de
comunicación o de movimiento; personas que utilizan Internet para conocer
gente, conseguir soporte emocional, buscar estimulación sexual (Meerkerk, Van
den Eijden y Garretsen, 2006; Young, 1996, 1998a) compañía, comunicación o
amor; personas aquejadas de trastornos mentales y/o trastornos de personalidad
(Davis, 2001; Shapira, Goldsmith, Keck Jr, Khosla y McElroy, 2000; Shapira,
Lessig, Goldsmith, Szabo, Lazoritz, Gold, 2003); ex-alcohólicos y otros
ex-adictos (Echeburúa, 1999; Young, 1998a); y personas con determinadas
características de personalidad como baja autoestima, sentimiento de
inadecuación, necesidad de sentirse querido y reconocido, infelicidad,
carencias afectivas, inseguridad, soledad, búsqueda de sensaciones, propensión
a la fantasía, timidez, falta de habilidades sociales y propensión a crearse
una identidad ficticia (Caplan, 2003; Echeburúa, 1999; King, 1996; Young, 1996,
1998b). Además, es más probable que los síntomas afecten a los inexpertos que se inician en el manejo de la Red (Beard y Wolf, 2001; Grohol, 1999; Matute, 2003; Widyanto y McMurran, 2004), a los adolescentes, dadas las características propias de este momento evolutivo (Castellana y Lladó, 1999; Castellana, Sánchez-Carbonell, Beranuy y Graner, 2006; Castells y de Bofarull, 2002) y a los estudiantes universitarios porque muchos viven lejos de su hogar, inician o llevan una nueva vida estresante y desconocida, tienen la necesidad de contactar con los amigos situados en otros lugares y disponen de libre acceso a Internet en facultades y residencias (Cruzado, Muñoz-Rivas y Navarro, 2001; Kandell, 1998; Kubey, Lavin y Barrows, 2001; Morahan-Martin y Schumacher, 2000; Treuer, Fábian y Füredi, 2001; Young, 1998a). En el caso del teléfono móvil, el grupo de más riesgo son los adolescentes y los jóvenes.
Los adolescentes son vulnerables porque no tienen un control completo de sus impulsos, son más fácilmente influenciables por campañas publicitarias y comerciales y han aceptado el móvil como un símbolo de estatus, aspecto que provoca sentimientos negativos y problemas de autoestima en los que no tienen móvil y en los que no reciben tantos sms o llamadas como sus compañeros (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005). Los jóvenes extrovertidos y con baja autoestima tienen un riesgo especial porque necesitan la valoración de los demás a través de sms y llamadas y porque tienden a enviar señales de existencia a sus contactos de una forma más compulsiva (Bianchi y Phillips, 2005). Bononato (2005) apunta que tienen más riesgo 154 La adicción a Internet y al móvil: ¿moda o trastorno? las personas con baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos.
Sólo faltarón las bibliografías. y tener el texto justificado.
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